EL VIEJO Y EL HELADO
@arodspainmedia Se dio la vuelta. Indignado. Me dejó con la palabra en la boca y la cucharilla de plástico color rosa chicle. “¿Dónde vas?”, le grité bajito –que en agosto los gritos son oleaje–, pero no me oyó. La indignación alargó sus zancadas, que ya eran torpes porque los ochenta los había cumplido. El enfado taponó sus oídos. A contra dirección, sorteando paseantes, en el paseo de La Barra, se dirigió a La Jijonenca de Cabo de Palos, se saltó la cola con el derecho que le da a uno sentirse en posesión de la razón, estafado incluso. Las familias que esperaban pacientes su turno, –“¿De qué lo vas a pedir?”–, al verle mayor y contrariado, decidieron no preguntarle por qué se estaba colando. Esperé paciente, limpiándome los churretones de las manos con…