EDITORIAL
Entré en el piso confirmando qué era todo lo que buscaba, aún así, supe que le faltaba algo. ¿Luz natural? ¿Espacio suficiente? No, esos estaban allí, de aquella manera, pero estaban. ¿Emoción? Exactamente; me encontraba en un piso en la ciudad donde, al menos, viviría once meses del año, y no me decía nada, ¡el muy esaborío! Las casas también pueden provocar mariposas en el estómago, pero ésta -tan guapa, tan bien presentada- no tenía sex appeal ninguno. Apasionada como soy de la vida urbana, quería vivir en ese barrio con galerías de arte, sus tiendas y restaurantes, a un paso de todo, así que me armé de valor para descubrir el sentido literal de "obras son amores": discusiones con obreros, decepción con acabados, volver a empezar por la alevosía…